En su día cuando Fernando Alonso anunció a mediados de 2020 su vuelta a la Fórmula 1 con el extinto equipo Renault todos nos desbordamos de optimismo, numerosas imágenes sobre su vuelta a lo largo de ese mismo año nos hicieron volver a ilusionarnos por ver a uno de los mejores pilotos de la historia del automovilismo. El nivel publicitario de su vuelta, dio la vuelta al mundo, siendo su punto más álgido en España, su país natal, en el que todos esperábamos ver algo más, intentando dejar de lado su hecatombe en su paso por Woking en los que parecían sus últimos años en esta competición, para siempre.
Llegados a 2021, todo volvía a comenzar, Alonso se presentaba de nuevo en la parrilla de Fórmula 1 con el equipo que se lo dio todo, con cambio de nombre incluido y con la vuelta de ese mítico color azul que nos recordaban a sus días de gloria de hace mucho tiempo. Ante esto, el camino a principio de aquella temporada no fue nada placentero, debido a que en la primera carrera ya hubo problemas de fiabilidad en los frenos traseros derivado de un trozo de papel engullido por una de la toma de estos.
Con el paso de las carreras, algo no cuadraba, Fernando no era el mismo, su adaptación a la competición que se lo dio todo no nos hacia ver que el asturiano consiguiese resultados por encima de sus herramientas, como antiguamente nos tenía acostumbrados. La preocupación era palpable ante sus aficionados más acérrimos, llegando incluso a dudar de si volveríamos a ver al piloto que conocíamos. Con el paso de la temporada Alonso fue mejorando, dejando momentos memorables en la temporada, mención especial a Hungría, Rusia y Qatar, consiguiendo en este último su podio número noventa y ocho en Fórmula 1 siete años después de que lo hiciese con Ferrari, aquel día fue un éxtasis absoluto para todos aquellos que se quedaron años esperando por ya no solo un buen resultado, sino varios que nunca llegaron. Durante el año 2021 la ilusión por el cambio de reglamento que ofertaba el año próximo iba en aumento, naciendo así el famoso "Plan" en el que la afición por redes sociales se volcaba con volver a vivir antiguos momentos y fines de semana en el que Fernando salía en primera línea. La burbuja, se hizo cada vez más grande a la par que irreal puesto que un equipo que venía de cosechar por tercera temporada consecutiva un quinto en el mundial de constructores era casi improbable que diese la campanada solo con observar la hemeroteca reciente del equipo francés.
En el invierno, estaban ocurriendo cosas anómalas para un equipo que quería aspirar a algo más, semanas antes de poner por primera vez el coche en pista, Budkowski y Alain Prost fueron despedidos, sin ninguna justificación que respaldase esta decisión, dejando muchas dudas sobre el proyecto en el que cabe destacar como Prost dejó regalitos en algunas entrevistas sobre la fiabilidad del nuevo motor Renault que cambiaba de concepto en 2022.
Llegó Otmar Szafnauer y algunos fichajes en el que todos pensábamos que era una buena incorporación por su historial en la gestión de recursos que consiguió en la antigua Force India, aquí, ya se podían observar la dirección que decidía tomar la cúpula de Renault, que era aprovechar todos los recursos para llegar a la cima de cara a medio-largo plazo.
No obstante, pasado todo esto, recojo mucho de los comentarios leídos en este pasado invierno donde mucha gente apelaba a la ilusión, a soñar porque lo último que se pierde es la esperanza, hasta que de repente sin darnos cuenta llegamos a febrero. Alpine se presenta en Barcelona días antes para realizar un día de filmación no exento de polémica, muchos rumores de que el motor no arrancaba y problemas de fiabilidad que nunca fueron confirmados, pero tampoco desmentidos. Llegados a los test podemos resumir los tres días en Barcelona como miedo y despropósito, el primero porque el equipo francés dejó patente sus problemas de fiabilidad dejando un sin fin de fotos y titulares, los dos más destacables la rotura del DRS el primer día que no les permitió probarlo, y el segundo, la rotura de motor del último día en el que Alonso se perdía entre el humo de su Alpine, todos nos echábamos a temblar y pensábamos que la época de McLaren Honda era una prolongación de lo que se venía a partir de ahora.
Pues bien, llegados a los segundos test de Baréin las sensaciones fueron otras, no parecían tan patentes aquellos problemas de fiabilidad, sino dejando tiempos interesantes en el que al menos nos hacían pensar que no estarían últimos. Cuando hay un nuevo reglamento pueden pasar tres cosas, subir a la gloria, bajar al barro o mantenerte donde estás, y aquí es donde sigue Alpine.
Con el paso de la temporada 2022, el coche francés ha dejado destellos de velocidad en algunos circuitos como Australia y Canadá, en el que llama la atención las roturas justo en el mejor momento en el que estaba el monoplaza, luchando por podios. Esto me hace pensar que hay un límite de rendimiento en este equipo que actualmente no puede exceder sin que se les rompa el coche, pero no solo eso, un sin fin de problemas de fiabilidad en el coche número catorce hacen que la temporada 2022 esté siendo una auténtica pesadilla para todos aquellos que pensaban en al menos un coche competitivo y fiable. Competitivo parece, pero la fiabilidad es tan nefasta que la única forma de no romperse parece que es ir más lento. A todo esto, hay que sumarle con el paso de las semanas los rumores sobre la renovación de Alonso se han intensificado, dejando un sin fin de noticias sobre su posible no continuidad en el equipo de Enstone derivado de un ambiente que si bien es cierto que internamente no parece crispado, de cara al exterior se huele otra cosa, puesto que muchas de las declaraciones y decisiones de Otmar Szafnauer no apagan el fuego, sino que parece que se intensifican las llamas de un matrimonio que debe entenderse por el bien de todos, tanto para la marca, como para el propio Fernando, debido a que podría acabarse una relación con un equipo en el cual los dos de la mano lo consiguieron todo en Fórmula 1.
Así pues, nadie sabe que pasará de cara al futuro, si incluso habrá más cambios en la cúpula de Alpine o no, pero lo que si es cierto, es que todas las decisiones que se tomaron en invierno fueron precipitadas y erróneas, dejando patente que aunque parecen tener mejor coche que el año pasado, la gestión del mismo está siendo un auténtico desastre en todos los sentidos.
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